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Holismo
I.B._ Del capítulo 5 de "Holismo y reduccionismo en la biología y la ecología: la dependencia mutua de los programas de investigación de niveles superiores e inferiores / Richard Christiaan Looijen - University Library Groningen, 1998" (Trad. del inglés)
Según una de sus primeras formulaciones, la Emergencia es "la teoría de que el comportamiento característico de un todo no podría, ni siquiera en teoría, deducirse del más completo conocimiento del comportamiento de sus componentes, tomados separadamente o en otras combinaciones, y de sus proporciones y disposiciones en este todo" (Broad 1925; ver también Thorpe 1974). Debido al añadido final "y de sus proporciones y disposiciones en este todo", ésta es una afirmacion de largo alcance, que hace de la emergencia un fenómeno prácticamente misterioso, inexplicable. Por este motivo tiene probablemente pocos, si es que hay algunos, adherentes hoy en día.
Una opinión corriente actualmente es más bien que la emergencia a nivel del todo es el resultado de las específicas conexiones e interacciones entre las partes componentes (p.ej. Simon 1962; Bunge 1977; Pluhar 1978; Blitz 1992; Kim 1996). Una opinión común en ecología, por ejemplo, es que las propiedades emergentes de las comunidades son el resultado de las interacciones entre las especies componentes (p.ej. Begon 1986). No es sorprendente, por lo tanto, que uno de los más importantes emergentistas (holistas) de la biología actual, Ernst Mayr, afirme que "los sistemas casi siempre tienen la peculiaridad de que las características del todo no pueden, ni siquiera en teoría, ser deducidas del conocimiento más completo de sus componentes, tomados por separado o en otras combinaciones parciales. Esta aparición de nuevas características en los todos ha sido llamada emergencia" (Mayr 1982, 1988). Así, aunque inspirado obviamente por Broad, Mayr deja fuera su añadido "y de sus proporciones y disposiciones en este todo". Sin embargo, Mayr afirma que "las unidades de niveles jerárquicos más altos son más que la suma de sus partes, de manera que una disección en partes siempre deja un residuo no resuelto - en otras palabras, que la reducción explicativa no tiene éxito" (Mayr 1982). Llega tan lejos como para decir que "los intentos de reducción de los fenómenos o conceptos puramente biológicos a leyes de las ciencias físicas ha raramente, si alguna vez, conducido a avances en nuestra comprensión. La reducción es por lo menos algo vacío, y más a menudo una aproximación engañosa e inútil. Esta inutilidad está especialmente bien ejemplificada por el fenómeno de la emergencia".
Por lo tanto, "(los holistas) sostienen la autonomía de cada nivel en su problemática y teorías, y en último término la autonomía de la biología en su conjunto".
Durante largo tiempo, la doctrina de la emergencia ha sido considerada aplicable especialmente, y aun exclusivamente, a los todos complejos de la biología, a fenómenos complejos tales como la "vida", la "mente" y la "conciencia", y a propiedades epifenoménicas tales como el color, el sonido, el olor y el gusto (Lewes 1874-75; Broad 1925; Pluhar 1978; Mayr 1982, 1988; Blitz 1992; Kim 1996).
Esa doctrina "se ha invocado a menudo en los intentos de explicación de fenómenos tan difíciles como son la vida, la mente y la conciencia"(Mayr 1982). El propio Mayr, sin embargo, afirma que "realmente la emergencia es igualmente característica de los sistemas inorgánicos". Él cita un ejemplo de T.H. Huxley (1868), quien mantenía que las propiedades específicas del agua, su "acuosidad", no podían deducirse de nuestros conocimientos de las propiedades del hidrógeno y del oxígeno (ver también Broad 1925, quien utiliza el mismo ejemplo). "Tal emergencia es casi universal" dice Mayr, y cita aprobadoramente la afirmación de Popper de que "vivimos en un mundo de novedad emergente". Con esta cita Mayr manifiesta su adscripción a una versión evolucionaria de la doctrina de la emergencia, conocida como la "teoría de la evolución emergente" (Morgan 1923, 1933; Lovejoy 1927, 1936; Mayr 1960; ver además Dobzhansky 1974; Blitz 1992).
Esta teoría es en realidad una teoría evolucionaria fenomenológica (descriptiva), según la cual el proceso de la evolución en la Tierra, desde la formación de los primeros elementos hasta la aparición de las especies biológicas y la emergencia de la mente y la conciencia, es visto como un proceso creativo, llamado "evolución creadora", y en la que este proceso se expresa en términos de la formación de nuevas entidades siempre más complejas a partir de otras más antiguas y simples. Cada nueva entidad es vista pues como una "novedad emergente" que tiene nuevas propiedades emergentes que no poseían todavía las entidades antiguas. Esta teoría se considera aplicable no sólo a la evolución biológica sino también a la (supuesta) evolución química precedente (Mayr 1960; Ayala 1976). Las apariciones de la "vida" y la "mente" se ven como sólo dos "eslabones", por altamente significativos que sean, en esta "Gran cadena del ser" (Lovejoy 1936).
Debe tenerse en cuenta que esta versión evolucionaria del emergentismo es realmente independiente de, aunque muy compatible con, la versión "sincrónica". Es decir, que la teoría de que en el curso de la evolución las entidades más complejas (todos) con propiedades emergentes se han desarrollado a partir de entidades más simples (partes), las cuales no poseían todavía esas propiedades, es bien compatible con, aunque independiente de, la teoría de que las entidades de niveles de organización superiores (todos) tienen, en este (o en cualquier) momento, propiedades emergentes que sus partes componentes no poseen, ni por separado ni en otras combinaciones parciales. Bunge (1977) ha proporcionado una explicación conjuntista de los conceptos de "emergente" y "novedad" con relación a niveles jerárquicos de organización, que en mi opinión ilustra muy bien este punto. También Mayr (1982,1988) no hace distinción entre las versiones evolucionaria y sincrónica de la doctrina, sino que es un ferviente partidario de ambas (Mayr 1960). Por lo tanto, como no hay razón ni necesidad de ello, no distinguiré entre las dos versiones, sino que las uniré en la tesis de que un todo tiene propiedades emergentes que sus partes no poseen ni por separado ni en otras combinaciones parciales, (esto es, en otras combinaciones aparte de aquélla en que aparecen en el todo). Debe notarse también que la versión sincrónica se sigue prácticamente de la versión evolucionaria: si las entidades complejas de niveles superiores (todos) se han desarrollado en el curso de la evolución a partir de entidades más simples de niveles inferiores (partes) y si las entidades más recientes tienen propiedades emergentes, que las más antiguas no tenían, entonces se sigue que los todos complejos que vemos actualmente tienen propiedades emergentes que no poseen las partes de que están compuestos. No hay diferencia entre las propiedades emergentes de, digamos, moléculas de agua que aparecieron en el curso de la evolución por interacción de dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, y las propiedades emergentes de las moléculas de agua que están compuestas actualmente por dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno.
Nagel (1982) apunta que la teoría de la evolución emergente debe distinguirse de la tesis de la emergencia como doctrina acerca de la impredecibilidad de las propiedades en los niveles superiores de organización de sistemas jerárquicos. Mientras la primera es principalmente un tema empírico, la segunda es principalmente un tema epistemológico. "De acuerdo con esto, la cuestión acerca de si unas propiedades son "emergentes" en el sentido de ser novedades temporales, es un problema de orden diferente que el tema de si unas propiedades son "emergentes" en el sentido de ser impredecibles. Este último es un tema fuertemente relacionado, aunque no exclusivamente, con las conexiones lógicas entre afirmaciones; el primero es primariamente una cuestión que puede ser planteada sólo por la investigación histórica empírica". (Nagel 1982).
Por supuesto, lo mismo se aplica a la versión sincrónica: el aserto de que un todo posee propiedades emergentes no poseídas por sus partes componentes, es un aserto empírico que debe distinguirse de la afirmación epistemológica de que un todo tiene propiedades emergentes en el sentido de que sean impredecibles de, o irreductibles a, una micro-teoría sobre sus partes componentes, e hipótesis auxiliares.
Suponiendo la compatibilidad de las versiones evolucionaria y sincrónica, esto significa que podemos hacer una distinción entre dos tesis de la teoría de la emergencia:
La tesis 1 afirma que: el todo es más que la suma de sus partes, esto es, que un todo tiene propiedades emergentes que sus partes componentes no poseen, ni por separado ni en otras combinaciones parciales.
La tesis 2 afirma que: las propiedades emergentes de los todos no pueden deducirse de, o ser reducidas a, "el más completo conocimiento de", esto es, micro-teorías e hipótesis auxiliares sobre, sus partes componentes.
Debido a la segunda tesis el término "emergente" ha recibido el significado adicional de "irreductible".
Es probablemente por este motivo, debido a afirmaciones de tanto alcance como han sido las de Broad y Mayr, que la doctrina de la emergencia se ha vuelto tan impopular entre los reduccionistas. Al añadir el aserto de irreductibilidad, la tesis emergentista ha recibido el "status" de un dogma metafísico. Ello ha hecho de la emergencia un fenómeno misterioso que no admite explicación y que debe por lo tanto ser aceptado por fe (holistas) o bien rechazado en cuanto inexplicable (reduccionistas). Para muchos reduccionistas, la afirmación de irreductibilidad ha sido una razón para poner el emergentismo a la altura del vitalismo y condenarlo sin más a la papelera. En las secciones siguientes demostraré que hay muy buenas razones para aceptar la tesis 1, la empírica, pero para rechazar la tesis 2, la epistemológica. Esto no sólo destruye por su base las contradicciones, a este repecto, entre holismo y reduccionismo, sino que además abre camino a la cooperación entre los programas de investigación holísticos y reduccionistas.
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